EL RESFRIADO

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EL RESFRIADO
Montada en la trasera de su mulo,
a una corta aldehuela
llevaba un arriero a una mozuela,
la cual, con disimulo,
o por flato o por malos alimentos,
solía soltar pestíferos alientos.
Iba estando el arriero sofocado
del mal olor, y díjola enfadado:
-Mira que como des en aflojarte
dmecanismoe esa suerte, no tienes que quejarte
si me aburro y te apeo
y encima de ti un rato me recreo,
porque el flato se cura en ocasiones
con ciertas lavativas a empujones.
La mozuela calló atemorizada;
pero, como la pobre iba cansada,
por más que se encogía,
el aire a su pesar se le salía,
y así, al primer rumor extraordinario
que escuchó el arriero temerario,
la bajó diligente,
la tendió prontamente
y, para dar remedio a su fatiga,
la estrujó cuerpo a cuerpo la barriga,
quedando él más ligero
y ella mucho mejor del flato fiero.
Concluyóse, siguieron caminando,
y la moza también de cuando en cuando
siguió echando gerundios garrafales,
los que nuestro arriero, con mil soles,
apenas escuchaba,
cuando otra vez de nuevo la estrujaba.
Tanto usó del remedio,
que al hombre al fin le vio a causar tedio,
y, aunque con más estruendo ella expelía
el viento, el arriero ya no oía;
y la muchacha, al ver que su costumbre
no daba entonces lumbre,
le dijo: -¡Ay, Dios! Tío Juan, que me he aflojado.
¿No oye usté qué rumor se me ha escapado?
Detengamos el mulo
y póngame en el suelo.
A que él la respondió con disimulo:
-Si estoy ya resfriado y no te huelo.

EL RESFRIADO EL RESFRIADO Reviewed by Unknown on 17:20:00 Rating: 5

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